El Estado es gigante
Ayer se votó en la Cámara de Diputados la primera Ley de Presupuesto del gobierno de la Coalición por el Cambio. Ahora será el turno del Senado.
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Ernesto Silva
Independiente del análisis del proyecto en particular -que considero un buen proyecto-, hay cifras generales que llaman la atención. Nuestro Estado es gigante. En efecto, el presupuesto 2011 contempla gastos por US$ 53.000 millones.
El gasto público ha estado ocupando cada vez mayor espacio en la economía. Si entre 2000 y 2006 el gasto público representaba algo más del 18% del PIB, a 2009 el gasto público llegaba al 24,5%.
Si miramos la situación fiscal, los últimos años han sido preocupantes. En el gobierno del presidente Lagos, la expansión del gasto público fue de la mano del crecimiento del PIB. En cambio, en el gobierno de la presidenta Bachelet, el crecimiento promedio del gasto público superó el 10%, mientras que el PIB creció en promedio sólo 2,8%, es decir, el gasto público creció mucho más que el producto, y no sólo en el último año.
Como consecuencia, en los últimos años pasamos de un superávit estructural de 1% a un déficit de 1,2% (o 3,1% si consideramos la nueva metodología que un panel de expertos está consensuando para medir el balance estructural).
Ahora bien, esta enormidad de gasto implica que el Estado está en todas partes y en muchas actividades.
¿Qué hacer ante este contexto? El gobierno tiene muchos desafíos: enfrentar la reconstrucción del terremoto, implementar su programa de gobierno, y reflejar su estilo de gestión del Estado a partir de este presupuesto 2011.
El gobierno ha comprometido una trayectoria del gasto público para todo su período conducente a reducir el déficit estructural. De igual manera, se ha centrado en la actividad del sector privado, promoviendo las condiciones para un mayor crecimiento económico y un mayor desarrollo de los emprendedores.
Al analizar las partidas presupuestarias y la actividad del Estado, pareciera haber un espacio enorme para eficiencia y ordenamiento del gasto. El solo análisis de las partidas presupuestarias de Educación y Salud, con US$ 10.000 millones y
US$ 8.000 millones, respectivamente, invita a pensar en la relevancia de estas áreas en materia de presupuesto. Si se observa cómo ha crecido el gasto en estas áreas y se contrasta con el rendimiento que ha tenido este gasto, queda en evidencia que la oportunidad de mejorar el gasto es muy grande.
Para alcanzar esa mayor eficiencia en el gasto público y en el rol del Estado en la actividad económica en general, se requiere avanzar en tres pilares fundamentales: modernización del Estado, calidad de los directivos, y evaluación y rendición de cuentas.
En materia de modernización del Estado, se requiere implementar lo acordado transversalmente por los expertos en el Consorcio de Reforma del Estado. No hay que inventar la rueda, sino implementar los cambios que con urgencia se requieren y que suelen quedar postergados por falta de prioridad política.
En materia de calidad de los directivos, la profundización de la Alta Dirección Pública es el principal desafío, y el foco debe ser el perfeccionamiento de la institucionalidad y de los convenios de desempeño.
Por último, el gasto y el tamaño del Estado serán objeto de revisión en la medida que exista buena evaluación y un buen sistema de incentivos para la rendición de cuentas.
En los últimos años el gobierno ha puesto el énfasis en el crecimiento del gasto y del actuar del Estado. Es momento ahora para poner énfasis en el crecimiento de la economía en general y en el desarrollo vigoroso del sector privado.